PEDALMA, 700 KM. MADRID - BARCELONA
MADRID - BARCELONA
Esta era la primera vez que hacía una prueba de este estilo, con bici de carretera y acompañada por otra persona, toda una experiencia. |
La previsión apuntaba viento, mucho viento, y aunque era algo que sabíamos, nadie esperaba que el tiempo se pudiera torcer tal y como lo hizo. Rayos a lo lejos, ligera lluvia en un inicio y de golpe tormenta. Llevábamos menos de 3h de pedaleo y ya íbamos empapados de la cabeza a los pies. Llegamos al CP1 en Cifuentes de noche. El plan inicial era seguir hasta el CP2 y vivaquear allí, pero las condiciones de frío y lluvia que iban a seguir por lo menos 3 horas más nos hicieron optar por dormir debajo de las arcadas de la plaza mayor hasta que la lluvia amainara. Sabíamos que el tramo hasta el CP2 era a 1300 metros de altitud y con el riesgo de hipotermia no se puede jugar. Sobre las 3 de la mañana la lluvia cede, recogemos los sacos de dormir, nos ponemos de nuevo la ropa mojada y volvemos a subir encima de la bicicleta. Tengo mucho sueño, tengo los pies helados, la subida se me hace durísima. El día empieza a clarear, se ve el sol entre las nubes y llegamos al Valle de Mesa. Las paredes se alzan a nuestro alrededor, el sol empieza a devolvernos un poco de temperatura y llegamos al CP2 en Nuévalos para desayunar a primera hora de la mañana. Café, pan con mantequilla y mermelada y un par de bocadillos de tortilla para llevar por el camino. |
LLEGA EL VIENTO Y UN CALOR ASFIXIANTE Recupero la energía perdida durante la noche y empezamos a pedalear rumbo a Belchite donde se encuentra el CP3. El viento sigue soplando con fuerza y la temperatura empieza a subir. Llegamos a Belchite después de 365km para comer, hidratarnos y mentalizarnos para lo que será una de las partes más duras del recorrido. El termómetro marca 37º, los molinos giran sin cesar y las carreteras se vuelven literalmente infinitas. El agua de los bidones quema y el calor de la zona de Mequinenza te seca por dentro y por fuera. Subimos, bajamos, volvemos a subir, parece que no llegamos nunca y ya no tenemos nada para beber. El sol empieza a bajar y solo nos queda un descenso de 3km para llegar al CP4. Llegamos justo antes de que nos cierren, justo a tiempo para pedir agua, zumo, una pizza y un helado. Después de cenar, avanzamos un poco para buscar un sitio para vivaquear y encontramos un pequeño monasterio donde dormimos 3 horas antes de encarar lo que será la parte final de la ruta. Los búhos ululan a nuestro alrededor, suena el despertador y arrancamos de nuevo. Salimos de noche para evitar el calor en la zona de Lleida, vemos como el paisaje empieza a cambiar, empezamos a reconocer carreteras que nos son familiares, pronto veremos Montserrat de fondo y sabremos que estamos cada vez más cerca. Los árboles se alzan en un puerto precioso que sube hasta el CP5 en Santa Coloma de Queralt. |
LOS ÚLTIMOS 115 KM Llevamos 585km, toca otro helado, poner crema del sol y seguir hasta Gelida. Conocemos la ruta hasta allí, nos vienen a ver unos amigos de la zona, nos animan, vamos muy bien pero el calor empieza a hacerse insoportable. Llegamos a Gelida, rellenamos agua y aunque podríamos haber ido a casa, nos queda aún llegar a Barcelona. |
EL TRAMO FINAL El tramo de Martorell a Barcelona fue el más duro con mucha diferencia. La tranquilidad de las carreteras anteriores queda reemplazada por el tráfico y los semáforos. Es hora punta de mediodía, casi 40º y viento de cara. Solo quiero llegar a Barcelona para volver a Gelida de nuevo y comer, ducharme con agua fría y dormir. Paso por delante de uno de los sitios donde trabajo; “mañana toca trabajar” pienso. Queda nada y menos para llegar a Plaza España. Vemos las torres mientras nos esperamos en un semáforo para cruzar. |