Climb beyond
the sea.
CHAPTER 01
Climb beyond
the sea.
CHAPTER 01
SENTIR LA BRISA DEL MAR EN LA PIEL Y EL SABOR A SAL NOS RECUERDA DONDE ESTAMOS Y A QUÉ HEMOS VENIDO.
4:25 PM: salimos tarde. Uno de los nuestros ha tenido problemas técnicos con el coche de camino a Port de la Selva y nos hemos retrasado un poco. No es problema, los demás aprovechamos para observar el bonito paisaje que nos regala este pequeño pueblo costero. El mar está en calma y todo alrededor está tranquilo, recordamos una vez más la magia y el encanto de la Costa Brava en esta época.
Cuando por fin nos reunimos todos, vemos que se acercan unas nubes oscuras desde el este, aun así, sabemos qué hace un día perfecto para disfrutar de la bicicleta y la carretera.
EMPIEZA LA SUBIDA HACÍA NUESTRO OBJETIVO, LOS PRIMEROS MINUTOS SIEMPRE SON UN RETO.
Empezamos a pedalear, los primeros metros siempre cuestan, más aún si el camino dibuja una pendiente pronunciada al principio del camino. Tomamos consciencia de cuál es nuestro objetivo y el camino que tendremos que superar para llegar a la cima. Es entonces cuando poco a poco, mientras aumentan las pulsaciones, ya no solo nuestra mente es consciente de lo que estamos haciendo, sino que también lo es nuestro cuerpo que se esfuerza cada segundo en avanzar.
Apretamos, hasta conseguir que el pedaleo sea regular y constante y poco a poco sentimos como aumenta nuestra confianza.
Ahora solo estamos nosotros, nuestra bicicleta y la carretera.
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LEVANTAMOS LA MIRADA, Y EN ESE MOMENTO OLVIDAMOS EL OBJETIVO PARA EMPEZAR A DISFRUTAR DEL CAMINO.
Port de la Selva se convierte en un pueblo diminuto ahora, el Cap de Creus y la Costa Brava también forman parte de la postal que observamos desde el Puerto de montaña. Después de superar tramos complicados de gran desnivel, empezamos a visualizar la cima, dejando atrás 8 km de pendiente y curvas pronunciadas.
El Monastir de Sant Pere de Rodes se levanta a tan solo unos metros de nosotros, en una de las cimas de la Sierra de Rodes, despierta nuestra atención su arquitectura románica y su imponente forma. Estamos muy cerca.
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LEVANTAMOS LA MIRADA, Y EN ESE MOMENTO OLVIDAMOS EL OBJETIVO PARA EMPEZAR A DISFRUTAR DEL CAMINO.
Port de la Selva se convierte en un pueblo diminuto ahora, el Cap de Creus y la Costa Brava también forman parte de la postal que observamos desde el Puerto de montaña. Después de superar tramos complicados de gran desnivel, empezamos a visualizar la cima, dejando atrás 8 km de pendiente y curvas pronunciadas.
El Monastir de Sant Pere de Rodes se levanta a tan solo unos metros de nosotros, en una de las cimas de la Sierra de Rodes, despierta nuestra atención su arquitectura románica y su imponente forma. Estamos muy cerca.
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Finalmente llegamos. Es momento de compartir el silencio, de compartir un logro más con los compañeros, de disfrutar de las vistas y sentir la satisfacción de haberlo hecho. Poco a poco las palpitaciones se ralentizan, recuperamos el aire y nos sentimos mucho mejor. Nos sentimos bien. Nos sentimos en paz con nosotros mismos.
Sin perder mucho más tiempo volvemos a montar en nuestras bicis, ha llegado el momento de volver y queremos hacerlo mientras el sol se despide en sus últimas horas.
LA BAJADA SIEMPRE SE HACE CORTA Y POR ESO SIMPLEMENTE PENSAMOS EN DISFRUTAR.
Aunque algún tramo nos exige pedalear con dureza, la mayor parte del recorrido es descendente, y eso es genial. La luz del sol empieza a bajar, el mar absorbe los últimos rayos de luz y nos regala un paisaje lleno de reflejos y colores cálidos.
En unos pocos minutos llegamos al punto de partida y recorremos la orilla de Port de la Selva. La Sierra de Rodes esconde el sol tras sus montañas y terminamos nuestra jornada disfrutando de la tranquilidad del pueblo y su agua cristalina.
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LA BAJADA SIEMPRE SE HACE CORTA Y POR ESO SIMPLEMENTE PENSAMOS EN DISFRUTAR.
Aunque algún tramo nos exige pedalear con dureza, la mayor parte del recorrido es descendente, y eso es genial. La luz del sol empieza a bajar, el mar absorbe los últimos rayos de luz y nos regala un paisaje lleno de reflejos y colores cálidos.
En unos pocos minutos llegamos al punto de partida y recorremos la orilla de Port de la Selva. La Sierra de Rodes esconde el sol tras sus montañas y terminamos nuestra jornada disfrutando de la tranquilidad del pueblo y su agua cristalina.
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UNA AVENTURA MÁS PARA AÑADIR A NUESTRA HISTORIA, UN PRIMER CAPÍTULO QUE SE CONVIERTE EN UN NUEVO RECUERDO QUE CONTAR.
UNA AVENTURA MÁS PARA AÑADIR A NUESTRA HISTORIA, UN PRIMER CAPÍTULO QUE SE CONVIERTE EN UN NUEVO RECUERDO QUE CONTAR.